Con esta sorpresiva noticia esas más de 200 millones de almas, que ahora rebasarán cuando menos los 40 años, estaremos recordando con nostalgia momentos gratos y anécdotas que sobre todo entre 1980 y 1990, vivimos diariamente y que siempre se acompañaron por el mejor de los soundtracks que nosotros mismos elegíamos.
Sí, amigos y amigas, Sony, aquella empresa japonesa que sentó sus reales a nivel mundial con infinidad de aparatos electrónicos, anunció esta semana (creo que muchos se enteraron al momento) que dejó de producir los Walkman (aquí se vale soltar una lágrima en recuerdo del aparatejo).
¡¡¡¡¡¡No puede ser!!!!!!
Fue el primer grito que ahogue en mi interior, para no verme tan dramático y generar la sorpresa de los compañeros de trabajo en primer lugar, y luego la burla soez en mi contra por semejante desplante.
Adios al amigo |
Pero sí, ante mis ojos veía la nota… Más bien la foto-nota que daba a conocer esta decisión del emporio electrónico del país del sol naciente y eso es lo que más me irritaba, que sólo se le dedicara un breve espacio a la decisión de acabar con ese accesorio que muchos de nosotros cargamos en nuestras cinturas (quienes las tenían y quienes nos las imaginábamos) o en nuestras mochilas o bolsas de chamarras a fin de amenizar nuestros trayectos.
No concebía el hecho de que a más de 200 millones de humanos, según cuentas de la propia empresa, se nos notificara de manera tan magra y raquítica que ya no existirán más walkman en el mundo, sin darnos una explicación puntual de esa decisión, sin tomarse la molestia de decirnos que sentían mucho afectarnos emocionalmente por darnos tan mala noticia, misma que podría generarnos un shock de gran magnitud.
Qué decir de los audífonos, aquellos, los primeros que existieron, tan incómodos, pero no importaba, lo realmente interesante es que podías a través de ellos escuchar tu música, aunque muchas veces el vecino en el micro, en el metro y en el camión, alcanzaba a escuchar lo que oías, porque en tu euforia le subías todo el volumen –como sigue sucediendo ahora.
Recuerdo que no importaba que dichos audífonos estuvieran totalmente destrozados por el uso y que mostraran el fragor de la batalla unidos con diurex o cinta de aislar negra (sí, esa que usan los electricistas) para que combinara o pegados con Kola Loca, lo importante era que sonara la música que le ponía ritmo a nuestras andanzas hacia la escuela, a reunirnos con los cuates o para llegar a nuestros primeros trabajos.
Viejos recuerdos, ¿qué canción escuchas? |
Reitero, cómo se habría logrado la evolución de los audífonos que ahora vemos con mil y un mejoras y de todos tamaños, colores y formas (dizque adaptables para cada oído), si antes no hubieran existido los que venían con los walkman Sony, esos a los que se les rompía la esponja que protegía las minibocinas y que cuando eso ocurría ni nos preocupábamos por buscarles una nueva esponja, porque ya era innecesario suplirlas porque ya nos había acostumbrado a tener pegada la oreja al plástico de que estaban hechos.
Después de la decisión de los orientales no nos queda más que revivir aquellos momentos y contarle a nuestros hijos que antes del mentado IPod y demás reporductores MP3, existío un viejo aparato que llegó a revolucionar la industria de la electrónica portatil y a impulsar las ventas de los casetes ya que muchos millones buscábamos sentir mucho más de cerca la música y olvidarnos del mundo exterior que nos rodeaba, desde los grítos frenéticos de nuestros padres ordenándonos quitarnos "esas mugres", hasta los ruidos del tráfico y acelerones de camiones en nuestra ruta diaria.
Comentarles que después se le hicieron mejoras a estos accesorios y nos permitían escuchar la radio e incluso los canales de televisión abierta (sólo escucharlos), que con la aparción de los CD se construyeron los Discman y luego, poco a poco se presentaron muchas innovaciones hasta llegar a los IPod y demás gama de productos que hoy innundan en el mundo a millones de orejas con audífonos de diversos tamaños, modelos y colores.
Por ello, desde este espacio, va un minuto de silencio por el fin del Walkman y... un millón de recuerdos por las experiencias que con él viví.
¡Consumatum est!