lunes, 27 de junio de 2011

Buscará Interpol saturar el Palacio de Deportes con su Indi Rock.



Todo listo para que este martes 28 de junio Interpol se presente en el Palacio de los Deportes para beneplácito de todos sus fans, quienes esperan escuchar los éxitos que han derivado de sus cuatro álbumes: Turn on the Bright Lights, Antics, Our Love to Admire e Interpol.

Luego de participar el año pasado en el Festival Corona Capital 2010, en donde se presentaron ante más de 60 mil personas, en esta ocasión Interpol buscará saciar las exigencias de sus seguidores en el domo de cobre, en el marco de la gira de su más reciente producción llamada igual que el grupo.

Interpol se formó en 1998 en Nueva York, Estados Unidos, integrándose al movimiento Indi Rock, luego de un par de años de tocar en distintos locales del circuito alternativo de su ciudad natal, publicaron un EP en el año 2000 con la compañía Chemical Underground, titulado “Fukd I.D. #3”; un año después son firmados por la empresa Matador Records, con quienes edita un nuevo EP, titulado “Interpol” que terminó siendo un adelanto de lo que sería su primer disco, “Turn On the Bright Lights”, que salió a la venta en el 2002, que fue considerado por la crítica como uno de los  mejores de ese año.

Un año después lanzan el disco Antics, que los ayuda a consolidarse como una banda destacada en la escena Indi, lo que les permitió participar como grupo telonero de U2 y The Cure.

Después de este éxito, Interpol firmó con la multinacional EMI, con quienes editaron el EP “The Black”, así como su tercer álbum, Out Love to Admire, que salió en el 2007, el cual no tuvo la misma aceptación que sus anteriores producciones.

Esta situación, junto con el hecho de que entre 2007 y el 2009 de que algunos de los miembros de la banda participaron en proyectos personales, generó la expectativa de que la banda se desintegraría, pero para finales del 2009 se informó de la salida de su cuarto disco titulado “Interpol”.

Así, para septiembre del año pasado, la nueva producción de la banda salió al mercado nuevamente bajo el sello discográfico Matador Records, que los lanzó a la fama.

La nueva producción de Interpol y que es la base de la gira que los traerá a México, consta de 10 cortes:, Success, Memory Serves, Summer Well, Lights, Barricade, Always Malaise (The Man I Am), Safe Without, Try It On, All Of The Ways y The Undoing.

De acuerdo con las críticas, con este álbum la banda recupera el sonido de sus primeras grabaciones, con un sonido más obscuro, más poderoso que su anterior producción, para beneplácito de sus fans más fervientes que se vieron un tanto decepcionados con el giro que le dieron a su música en el disco Out Love to Admire.

De esta manera, en el probable setlist que presentarán este martes en el Domo de Cobre, podremos escuchar, entre otros temas, Success, Say hello to the angels, Evil, Narc, Take you on a cruise, PDA, Not even jail, NYC, Stella was a diver and she was always down y Slow hands.

Así que a disfrutar con esta buena banda Indi.

viernes, 17 de junio de 2011

Al ritmo de la vida, entre el hambre y la adicción.

Crónicas del abandono nuestro de cada día.
Su mirada estaba totalmente perdida. Su baile frenético al ritmo del rock and roll era seguido por varios jóvenes mientras ponchaban un cigarro para elevarse por los cielos y rolaban entre todos unas bolsas transparentes llenas de cervezas para matar la sed que ocasionaba en encierro en el bodegón convertido en una mala pista de baile.
“El Sapito”, sobrenombre por el cual lo conocían todos, pues nadie sabía realmente cómo se llamaba, partía la pista con sus siete años a cuestas y convertido en la sensación de la banda reunida en la tocada que esa noche se realizaba en la colonia, mientras que su pareja, una jovencita de unos 16 años, sufría para seguirle el paso.
Él sabía que todos lo miraban, que era la sensación, y por eso más se esmeraba en realizar sus mejores pasos; sentía que la música vibraba en su interior, que algo por dentro lo dominaba y le ordenaba los movimientos que debía realizar, siempre siguiendo el ritmo de la rola que el equipo de sonido hacía estallar en sus potentes bocinas.
Extasiado, “El Sapito”, que con trabajos alcanzaba una estatura de 1.40 metros, se movía de un lado para otro, brincaba, se agitaba y constantemente, como parte del ritual, acercaba su mano derecha hacía su nariz para aspirar fuertemente la mona que en ella se guarecía totalmente humedecida con solvente, y que le daba el vigor para no parar.
Concluida la canción, tomó a su pareja y la llevó con su grupo de amigas y amigos. De inmediato “El Sapito” se acercó con su banda y pidió la bolsa con la cerveza para refrescarse, sin más se la dieron y le pegó un buen sorbo levantando la cara, luego la roló y tranquilo esperó a que por su lugar pasara el cigarro armado por sus cuates para pegarle como un experto tres “chupadas”,  manteniendo el humo al máximo, intentando que llegara no sólo a sus pulmones, sino que alcanzara el cerebro.
El pegue era bueno, lo suficiente como para elevarlo y sacarlo de este mundo y llevarlo a otra órbita. Su mira no veía nada, su sonrisa idiota indicaba que estaba alucinando algo divertido, como autómata seguía llevándose a la nariz la mano derecha para inhalar más solvente.
De repente, sin más, deja de lado a la banda, busca el muro más cercano; se recarga, escucha la música que sigue sonando a través de los bafles; poco a poco, como si alguien lo jalara por la cintura, empieza a deslizarse hacia el piso, primero queda en cuchillas, pero no pasa más de medio minuto cuando de plano queda sentado en piso.
Desde ahí sigue pegado a la mona, ya no sólo sonríe, sino que se carcajea y señala a todos aquellos que lo rodean o pasan cerca de él; sólo él sabe lo que ve, mejor dicho cómo los ve; pero nadie lo ve, nadie lo toma en cuenta. Todos siguen metidos en lo suyo, aquellos bailando, aquellos fumando, aquellos tomando y aquellos alejados de la realidad.
La tocada llegó a su fin, cada quien toma su camino, ya sea solo o con la banda que llegó. Las avenidas y calles cercanas se ven llenas de jóvenes con el cabello largo, de mezclilla, con playeras negras, chamarras y tenis, que avanzan rumbo a sus dominios.
Con un fuerte zape en la cabeza, “El Sapito” es regresado brevemente a la realidad, la indicación es precisa: “¡Ya vámonos guey!”. Con trabajo se levanta del piso y mira cómo su banda agarra camino hacia la salida y acelera su paso para no quedarse.
El grupo avanza en medio del desmadre y acabando con la cerveza que aún queda en la bolsa. Atrás de ellos, zigzagueando por la avenida, va “El Sapito”, no suelta la mona, sigue llevándosela a la nariz aunque ya no tiene nada, lo hace por inercia, con la intención de seguir conectado en otra dimensión.
Poco a poco el grupo se va desintegrando, cada uno toma el rumbo a su casa. El Sapito no es la excepción, aunque no quiere llegar a su casa, quiere seguir en el vuelo pero ya nadie trae solvente; entonces se encamina a su casa deseando que no lo estén esperando, pues de inmediato lo recibirán a golpes.
Desea que su padre no haya llegado a casa, como tantas veces lo hace, y que su madre esté totalmente dormida luego de haber bebido todo el día. Lo único que desea es encontrar un poco de comida para matar el hambre que ya le cala el estómago.
Su figura menuda avanza lentamente por la calle; son cerca de las 11 dela noche, a esa hora un niño de siete años ya debe estar en su cama descansando; pero él no es un niño como todos, sus padres no están interesados en él realmente, no les importa que ya tenga varias semanas sin ir a la escuela, aunque siga saliendo de mañana rumbo al colegio.
Con mucho cuidado abre la puerta para entrar a su casa. No hace ruido. No hay luces prendidas, todo está a oscuras. No le importa, conoce a la perfección el camino que lo llevará a su desvencijada cama. Sólo se quita los viejos tenis y se acuesta, de inmediato cierra los ojos con la firme intención de soñar, pero ahora sin ninguna sustancia o bebida.
El cansancio es grande y el sueño llega sin más, eso es bueno porque no tuvo tiempo de pensar en comer, pues si lo hubiera hecho, se habría dirigido a buscar algo y no habría encontrada nada qué llevarse al estómago.
Luego de unos minutos, el sueño es profundo y el rostro de “El Sapito” muestra una tranquilidad y una sonrisa que solo se mantiene mientras duerme, pues en cuanto despierte dos realidades lo golpearán, el hambre y la violencia familiar, mismas que lo orillarán a buscar a la banda, pero sobre todo, la evasión de la realidad con cualquier sustancia que le ofrezcan.
Por Jorge Reyes Ontiveros